Washington Sebastián Abreu anunció su retiro como futbolista profesional. El Loco no se fue, ni va a volver. Abreu es parte de Nacional.

Para la Real Academia Española,  “ídolo” es una “persona o cosa amada o admirada con exaltación”. De hecho, el ídolo puede ser individual o colectivo, cuantas más personas lo admiren mayor será la posición de favorito del personaje en cuestión. Nada tiene que ver la calidad o cantidad de hechos para acceder a esta cualidad, no hay un medidor de acciones para elevar a un –en este caso futbolista- a la categoría de ídolo. Una o varias personas pueden situar en un mismo escalafón a un campeón del mundo que a un multi campeón uruguayo o a quien apenas tuvo un solo logro destacable pero que es considerado de tal magnitud que permite colocarlo en el sitial de pocos.

Los uruguayos somos de adjudicar el mote con una velocidad pasmosa, basta un hecho o una acción que nos despierte simpatía para que salga, como disparada, incapaz de ser contenida, la exclamación “ídolo” o “ídola”.

Washington Sebastián Abreu, “el Loco”, ha hecho más mérito que muchos –y menos que otros tantos- para detentar su condición de ídolo tricolor. Prueba de esto es que es uno de los pocos futbolistas que, en actividad, logró colocar su foto en la galería de grandes figuras en la Sede. Podrá ser más o menos reconocido por algunos pero, en su inmensa mayoría, el hincha de Nacional idolatra a Abreu; por los que nos dio –que no fue poco, nos dio su tiempo y sus goles en el momento más alto de su carrera deportiva- pero fundamentalmente, por su constante reconocimiento, en todos los lugares en los que estuvo, como hincha del club. Ni Abreu hizo conocido a Nacional en el mundo ni Nacional lanzó a la fama al “Loco”. Cada uno logró el reconocimiento por las suyas, pero estoy seguro de que Abreu es sabedor de que los logros del equipo de los hermanos Céspedes están muy por encima de los suyos propios. El haber mamado y soñado con las hazañas del Decano desde niño, impulsaron a Abreu a conquistar sus logros, y las condiciones futbolísticas del minuano ayudaron a Nacional a elevar los suyos. 

Entonces ¿mano a mano hemos quedado? No. Ni por asomo. Los ídolos de la institución siempre estarán por debajo de la misma, por más hazañas que cosechen estarán en el “debe” y ellos lo saben. Nacional los incluye, son “parte de”, el aplauso y el recuerdo se gestan por integrar un colectivo mucho más grande que ellos mismos. Sin un Nacional que sirviera como marco, los logros de estas figuras hubieran caído rápida y fácilmente en el olvido.

“El Loco” no se fue, ni va a volver. Abreu es parte de Nacional, más allá de su presencia circunstancial. 

Hasta entonces, hasta luego y éxitos “Loco”.

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