Cerremos los ojos y tomemos todos los nombres del plantel de Nacional hoy e imaginemos la situación ficticia de decirle a un cuadro chico que se los vamos a prestar para jugar una temporada.

Ese cuadro diría que de antemano podrá tener, si bien no el campeonato ganado, grandes chances de ponerse en los primeros puestos de las tablas.

Imaginemos a estos mismos jugadores llegando, con pocos recursos de infraestructura y poco marketing, sin televisación ni parafernalia a jugar los fines de semana, con pocas camisetas de recambio y hasta en sus propios vehículos, con lugares para entrenar menos equipados de los que están acostumbrados, con menos confort en las instalaciones y con poco presupuesto para todo, con pocos hinchas en las tribunas, no por poco consecuentes sino por poca gente nomás.

Imaginemos saliendo a la cancha a estos mismos jugadores en ese equipo.

¿Podremos imaginarlos tocar con las partituras tan cambiadas para que desafinen tanto?

Ahora abramos los ojos y miremos la realidad. Con menos de antemano en todo nos ganaron. Bien por ellos, nada que objetar a ese cuadro que vino a hacer su negocio y al que le servimos en bandeja los tres puntos. ¿Es el director de la orquesta el que les cambió las partituras o ellos le erran a las notas olvidando lo aprendido de un soplo?

Ayer mientras todos veíamos al golero llamarlos a la mitad de la cancha y reunirlos sentimos dolor porque con el llamado del escudo en la camiseta bastaba. El desconcierto puro en una orquesta carísima.

Menos es más dice la frase que ahora está de moda, que alude a lo minimalista y centra su atención en lo puro y  simple.

¿Será que debemos apuntar a menos para poder ser más? No, porque Nacional siempre debe ganar, siempre debe ir por más, eso no se discute, pero ¿cuál es el menos que nos dará el más que necesitamos ya? Sin saberlo a ciencia cierta intuyo desde mi fácil tarea de escribir que el “menos” nos es material sino espiritual. No alude a la cantidad de nombres ni a los sueldos que ganan o a los técnicos que pasan o pasarán.

Dijo una vez un famoso exjugador y entrenador campeón del mundo en una entrevista: “Es fácil ganar, los jugadores solo tienen que pasarles la pelota a los que visten su mismo color y patear al arco de un tipo que no se cambió en su mismo vestuario ni desayunó con ellos. A partir de ahí el fútbol podría considerarse lo más simple que hay…claro que el esfuerzo es de muchísima importancia y al triunfo no se llega por un camino de rosas”.     

Es un volver a lo simple y necesario, ordenar los atriles y sentarse a ejecutar, con menos soberbia y más criterio, con más claridad de sonido y menos estridencia.

Cecilia810

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