El universo es un preciso entramado de eventos desarrollándose en el espacio-tiempo.
Para la mente humana actual, muy limitada por cierto, tan solo es posible percibir una pequeña fracción de la secuencia energética que proyecta la constante de causas y efectos. Esa constante está conformada por una vasta serie de infinitos acontecimientos, los que transcurren en el mismo momento en que macro y micro cosmos interactúan entre sí, por lo cual, las causas que originan determinada acción, no siempre son perceptibles a los cinco sentidos…
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Según consta en sus actas, el Club Nacional de Football fue fundado un 14 de mayo del año 1899, y si bien esto no es ninguna novedad, puesto que todo el mundo lo sabe, debo decir que tengo varios recuerdos del hecho, ya que hacia mediados de la última década del siglo XIX, arribé al puerto de Montevideo parado sobre la cubierta de un barco inglés que traía, entre muchas otras cosas, un par de locomotoras para el incipiente trazado ferroviario que se desarrollaba en el novel país.
La República Oriental del Uruguay, otra nueva tierra rica en recursos naturales había sido arrebatada a sus habitantes originales, a quienes expulsaron o dieron muerte de forma cobarde, como en la Matanza del Salsipuedes en la cual fueron exterminados cientos de charrúas que habían luchado codo a codo con don José Artigas.
Eliminados del mapa a instancias de Lavalleja, y por orden del presidente Fructuoso Rivera, se inició el conveniente reparto de tierras entre políticos, militares y elementos de la “clase” alta, muchas de las cuales, aunque reducidas en extensión, continúan en manos de sus descendientes.
Los caudillos de aquella época, al igual que los del pasado y presente, debieron recurrir a todas las artimañas posibles, incluida la traición, pero de ningún modo iban a permitir que la tierra fuera repartida equitativamente entre todos sus pobladores, como quería el General.
Lo cierto es que, buscando el total anonimato, tratando de eludir cualquier tipo de sospecha que pudiera haber suscitado la última muerte que en procura de no delatar mi condición de inmortal, había debido fingir, abandoné Inglaterra a finales de 1894 en el primer barco que zarpó, y fui a dar con mi eterna osamenta a un barrio de Montevideo al que denominaban Pinerolo (a instancias de un tano de apellido Crosa dueño de una pulpería y oriundo del pueblo italiano en el suroeste de la gran bota), aunque con el transcurrir de los años el habla popular terminó deformándolo para siempre.
Por aquel entonces algunos de los compañeros que había conocido durante la travesía del barco inglés, practicaban un juego que me resultaba muy divertido, porque a menudo terminaba en batallas campales que disfrutaba a más no poder. Cansado de ver muerte a mí alrededor, milenio tras milenio, contemplar unas cuantas patadas y puñetazos no significaba un gran problema para mí, y hasta me ponía de buen humor cuando al cabo de las refriegas el juego seguía su curso como si nada hubiera pasado.
Fui testigo de la época de apogeo del C.U.R.C.C., equipo que representaba a los trabajadores de la empresa C.U.R., así como también de su decadencia y disolución determinada por dos hechos fundamentales: la escisión de buena parte de sus miembros, quienes al no ser empleados de la empresa no tenía voz ni voto y, además, estaban aterrados por la circunstancia de que el primer club de América fundado e integrado por criollos, avanzara a pasos acelerados, tan consciente de su destino de Gigante como de un propósito que muy pronto alcanzaron: destronar a los ingleses que dominaban el juego del balón pie.
El universo es una complejidad en expansión, inabarcable, exacta, y en Él, como dice ese hombre viejo y a veces sabio al que apodan “Pepe”, todo tiene que ver con todo. Todo está relacionado entre sí o, como quieren tanto el taoísmo de Lao y Chuang Tzú como el Doctor en Física teórica, Fritjof Capra, todo es parte del uno.
Es así que en ese Todo, en esa unidad que conforma el universo, en ese preciso entramado de eventos desarrollándose en el espacio-tiempo, en esa constante de causas y efectos, es posible ver en forma clara, sobre todo cuando se tiene la perspectiva de un inmortal, las evidentes consecuencias, los efectos que generaron las conductas de aquel grupo de despechados (de ahí el origen de la expresión “pecho frío”), que prefirieron abandonar (hete aquí otro rasgo distintivo) los colores negro y naranja de su club, por una combinación de negro y limón que (hace casi 100 años también tiraban mucha fruta), sobre todo últimamente, está tan llena de un amargo y ácido resentimiento.
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A pesar de todo, queridos hermanos de sangre tricolor, a no olvidar algo que es de vital importancia: los simpatizantes del tradicional rival son también nuestros hermanos; son tíos, hijos, parejas, compañeros, primos, amigos, padres, sobrinos, cuñados, suegros o abuelos de cualquiera de nosotros. El fútbol es un estupendo juego de equipo, con tácticas y estrategias propias de una batalla, de una guerra, pero nunca debe dejar de ser un juego, una diversión.
Estas palabras no son más que un entretenimiento que tiene como finalidad atenuar una espera. Desde luego que, como cualquier otro inmortal, viejo o loco que ande por la vuelta, suelo irme por algunas ramas; mi percepción del transcurso del tiempo se ve alterada y termino mezclando temas en apariencia inconexos, aunque juro por Inanna que no lo son.
Tengo confianza en que, al menos, puedan servir para hacer menos tediosa la espera, y llegue por fin la hora en que vuelva a jugar ¡¡¡NACIONAL!!! ¡¡¡NACIONAL!!!
GILGAMESH
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