En las últimas horas han surgido dos temas que han despertado cierto alerta en la hinchada tricolor.
Se trata del pase a préstamo de Gonzalo Bueno a la Roma y la más reciente convocatoria de los futbolistas Sebastián Abreu y Alexander Medina a sumarse a los trabajos de pretemporada que se vienen realizando en Pilar, Provincia de Buenos Aires. Ambos jugadores ya se encontraban entrenando con el resto del plantel que quedó en Montevideo y el equipo de Tercera División.
La figura del presidente Eduardo Ache quedó enganchada en ambos affaires. En declaraciones vertidas a los medios, Ache se desvincula y responsabiliza directamente a otros actores en cada uno de los casos. Sobre el tema Gonzalo Bueno, el presidente manifestó que “son especulaciones de la prensa». En lo referente a la llegada de Abreu y Medina el Presidente se desmarcó, aduciendo incluso que “yo no los hubiese llevado”.
Ahora bien, ¿por qué en ambas situaciones miramos hacia Ache? En la primera, debido a la relación existente entre el mandamás tricolor y el contratista Pablo Bentancur, representante del juvenil , vínculo que, sin llegar a ser de amistad, es más estrecho que el que venía ligando a Bentancur con Nacional y en el segundo, dado que el llamado a Medina y Abreu se efectiviza al día siguiente de la llegada del Presidente al Complejo de Pilar, donde se reunió con el técnico argentino.
Podemos mirar estos hechos de dos maneras. Desde el lado de la suspicacia o apoyados en la confianza.
Centrémonos en el último de los sucesos. Con un razonamiento simple, basado en la especulación y en los infaltables rumores, podemos suponer que la ausencia de estos dos pesos pesados en el plantel –sobre todo la del “Loco”, una de las apuestas fuertes de Eduardo Ache-le estaban generando al presidente dolores de cabeza, debidos a la presión de un sector de la hinchada y la de los mismos futbolistas, que podían mirar con cierto recelo el que otros jugadores, con evidentes complicaciones en el plano físico –léase Recoba- integraban el plantel “elegido” y ellos no.
Para adherir a esta versión, deberemos coincidir en que Eduardo Ache es permeable a las presiones. Cada uno siéntase libre de apoyar o no esta teoría.
Por el otro lado, podemos dar crédito a las declaraciones de Ache, quien dijo desconocer la decisión del técnico hasta que este la hizo pública al llamar a los delanteros, y creer en las razones esgrimidas por el cuerpo técnico al ser preguntados por las convocatorias. El profesor Roberti recordó que al cierre de la temporada, se les había comunicado a Medina y Abreu, que iban a ser tenidos en cuenta como 5ª y 6ª opción de recambio. Roberti continuó con un pensamiento lineal: “los cuatro delanteros que vinieron a la pretemporada desde un principio fueron Alonso, Porta, el «Morro» y Mascia; ante la lesión de Mascia como quinta opción trajimos a Cavallini, y ahora que se va Alonso lo llamamos a Abreu para ver si estaba dispuesto a venir, no hay que buscarle la quinta pata al gato». Como explicación para el llamado del “Cacique” el “Profe” manifestó que:«A los dos (Abreu y Medina) les transmitimos el mismo concepto al final del campeonato, no es justo que venga uno y no el otro».
Cada uno es libre de elegir de qué lado del mostrador se va a parar. Ache llegó al club con un importante respaldo de la masa social, que confió en su proyecto. Seguramente Ache apele a esa confianza entregada hace apenas siete meses.
Para finalizar, quisiera detenerme en un punto a favor que surge de todo este asunto. Los únicos presidentes que no declaran haber recibido una institución con –cuando menos- ciertos problemas económicos, son los reelectos. Ache no fue la excepción. Contrariamente a lo que se podría haber pensado, la oposición no saltó a cobrar cuentas. No ha habido declaraciones de indignación ni de sorpresa. Esto, para mí, habla de una institución fuerte, que centra su preocupación en el bien mayor, el Club Nacional de Football
Miguel Ángel Rey
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