Uno x uno ante Plaza

Bocanegra, Zabala y Polenta fueron los destacados en un equipo que carece de juego asociativo.

Salvador Ichazo: no tuvo mucho trabajo. Respondió bien en una jugada que tuvo que salir a achicar, la más clara que tuvo el rival.

Leandro Lozano: si bien hizo la diferencia por derecha en los primeros 20′, después tuvo un rendimiento flojo. Entreverado.

Daniel Bocanegra: confirma su buen momento. Muy sólido y firme en la marca. Se vistió de héroe en un par de contraataques rivales. 

Diego Polenta: buen partido del capitán. Mucha personalidad y técnica para jugar. En los últimos minutos se soltó en ataque cuando el equipo no encontraba cómo generar peligro.

Gabriel Báez: bajó su nivel con respecto a encuentros anteriores. No tuvo influencia en ataque y eso hizo que la banda izquierda generara poco juego. 

Diego Rodríguez: sin pelota es importante por su recorrido, pero no tiene características como para adelantarse y jugar cerca del área rival. No trascendió. 

Thiago Helguera: no fue un buen rendimiento del juvenil. El equipo no fluyó y él lo sintió. Debe mejorar desde lo físico. 

Antonio Galeano: tuvo intenciones de encarar y hacer algo distinto, pero no pudo. A veces, entreverado. Debe mejorar. 

Diego Zabala: junto a la zaga, de los mejores de Nacional. Todo el juego pasa por él y, en muchas ocasiones, el equipo se vuelve muy dependiente de lo que haga ‘Didí’. 

Gonzalo Castro: volvió a repetir un bajo rendimiento. Se lo nota incómodo en la cancha, tanto por izquierda como a perfil cambiado. Debe levantar su nivel. 

Juan Ignacio Ramírez: le llegaron pocas pelotas limpias. Fue un error lanzar tantos centros al área, donde el ‘Colo’ perdió siempre frente a los zagueros. 

Bruno Damiani: entró con mucha actitud, pero estuvo muy impreciso. No le quedó ninguna situación clara para definir. 

Emmanuel Gigliotti: jugó un poco más de 20 minutos y no pudo ser determinante. 

Federico Martínez: ingresó para desbordar y tirar centros al ‘doble nueve’. Pocas veces lo logró. 

Luciano Inverso: entró a los 78’. Tuvo personalidad para agarrar la pelota y encarar.