Los hechos ocurrieron y Nacional deberá tomar las medidas que entienda pertinentes, resguardando todos y cada uno de sus intereses.
Casi que antes de empezar debo aclarar que esta opinión es solo personal y en nada involucra a mis compañeros en Decano. Lo que compartiré a continuación es solo una visión -personal- de los últimos hechos y debo confesar que el único objetivo que me planteo es ayudar a Nacional a sobrepasar una nueva tormenta para verlo otra vez campeón al finalizar esta extraña temporada 2020.
Cuando supe de los hechos que este lunes terminó de hacer público El País y que, por primera vez desde que tengo memoria, se hizo con detalles de lo sucedido, lo primero en lo que pensé fue en la enorme facilidad que tenemos en Nacional de darnos disparos en los pies. Tenemos una gran habilidad para crearnos problemas donde no los hay y alimentar a las fieras que, sin descanso, están a nuestro acecho. Este es un problema que no logramos erradicar y que algunos adjudican al espíritu innegablemente democrático de la institución, pero que no comparto.
Yendo a los hechos pero sin detallarlos, no es la primera vez que ocurre algo así en un grupo humano, y seguramente tampoco será la última. Lo que no puede volver a suceder en Nacional es que ocurran en un ambiente de trabajo y en un momento en el que nos jugábamos el esfuerzo del año. Los responsables y quienes participaron de los hechos deben hacerse cargo del error y asumir sus consecuencias. Nacional no es un club de amigos y nos cuesta mucho esfuerzo poder sostenerlo día a día, mantenerlo y hacerlo crecer. Tampoco me gustaría que la prensa diera más detalles de los hechos, porque no es sano para el club y porque algún día deberíamos entender que nuestro escudo está por encima de todos nosotros. Para que el periodismo no informe es necesario mantener los hechos en la intimidad y que nadie quiera sacar un rédito personal de ello.
Esto nos lleva a otro asunto que también debe ocuparnos y preocuparnos: los enfrentamientos personales en la interna del club, que cuando estos superan el ámbito íntimo aún a costas de los intereses y la salud de Nacional, hay que actuar de inmediato. Quién hizo llegar esa información pormenorizada a EL País -insisto en que es la primera vez que ante un hecho de estas características se da tanto detalle- no puede permanecer ni un minuto más en Nacional. Si alguien, no importa quién, por intereses personales es capaz de crear semejante problema, debe irse ya del club.
En resumen, los hechos ocurrieron y Nacional deberá tomar las medidas que entienda pertinentes, resguardando todos y cada uno de sus intereses. Esperemos que la prensa no se entere de ellas y que los responsables de la filtración sean apartados lo antes posible de la institución, porque no merecen el lugar que ocupan.
Alejandro Luzardo
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