Lo de este domingo no fue un homicidio. Fue un acto terrorista y, como a tal, debe caberle todas las de la ley.

Mi hijo tiene 9 años recién cumplidos. Se llama Mateo. Me acompaña al fútbol desde que no tenía uso de razón. Aunque cuando era muy chico prefería no llevarlo a los clásicos.

Es que no quería que viviera actos de violencia y se asustara o pasara un mal momento, o incluso algo peor. Llegó el día que empezó a pedirme para ir, y la verdad es que yo me moría por llevarlo. Así fue que con 6 años partimos a su primer clásico.

A partir de ese momento comencé a tomar ciertos recaudos que no tomaba cuando iba solo. Llevo las camisetas en la mochila y nos las ponemos adentro del estadio. Voy una hora y media, o más, antes del comienzo del partido.

Trato de evitar montoneras, voy por calles iluminadas de noche, y trato de no tomar transportes colectivos. Entiendo que por ahí pasan la mayoría de los actos violentos y con esas medidas de prevención me sentía seguro. Ayer salimos temprano para lo que podía ser el clásico que nos dejara como campeones uruguayos. Los recaudos fueron los mismos. Y eso me hacía sentir seguro.

Hasta que ayer llegué a casa a eso de las 23:00 horas y veo en la televisión y en las redes sociales que un enfermo mental atentó contra la vida de cientos de personas disparando a mansalva. Y me cayó la ficha: podríamos haber sido nosotros.

Contra eso no hay recaudos, ni prevenciones que valgan. Lo de ayer no fue un homicidio o una pelea entre barras; lo de ayer fue un acto de terrorismo. Y ahí poco podemos hacer como padres o como personas que saben cuidarse. Ayer me tocó salir caminando con mi hijo y por suerte no salí para ese lugar. Pero todos estamos en el bolillero. Con camiseta, sin camiseta, llegando temprano o como sea. Nos pudo haber tocado a cualquiera. ¿Qué diferencia hay entre lo de este domingo con los atentados de Barcelona o París, Madrid y tantos otros actos que vemos por ahí? Ninguno. Un enfermo mental arremete contra una manifestación popular por odio y crea pánico y terror. Así debería ser catalogado.

Esto no se trata de camisetas, de hinchas, pelea de barras o un simple homicidio. Esto, señores, tiene nombre y se denomina «terrorismo”. Y contra este tipo de cosas debemos ser duros y ejemplarizantes. Se debe dar un mensaje claro y contundente.

No le puede temblar la mano a la justicia para que los sanos, que somos la mayoría, podamos seguir yendo a la cancha sintiéndonos seguros de que volveremos a nuestras casas.

 

Diego Ávalo

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