Por Alejandro Luzardo
13 Nov 2018
opinión

Todos estos errores y omisiones, se pagan.

El domingo sabía a dónde íbamos y que era lo que sucedería. Me lo decía mi razón abrumada por los hechos que apuntalaban esa sentencia. ¿Por qué fui al Centenario entonces? Porque el corazón siempre dice otra cosa, y quién no lo oye, está muerto por dentro.

Nacional había sido superior en la primera parte aunque volvió a carecer de gol tal como ha ocurrido en todo este semestre. Sin embargo llegó el gol de Zunino apenas iniciado el complemento. Y ahí cambió el partido y comenzaron a hacerse desnivelantes los jugadores más decisivos del equipo rival en la temporada: los jueces.

A los 8’ le digo a mis compañeros de tribuna que Fedorzuck nos estaba metiendo adentro. A los 26’ cobró una falta que no existió y en su ejecución él línea Nievas “no ve” un offside de dos metros de dos jugadores rivales a pesar de tener la vista completamente despejada. El trabajo ya estaba en plena ejecución pero vendría más: los penales. Pero no es de lo que ocurrió este domingo de lo que quiero escribir sino de las causas que llevaron a este fin. O de alguna de ellas.

El viernes en pleno conflicto entre mi corazón y mi cerebro le pregunté a un hombre importante de nuestra vida política si “¿podremos tener un buen arbitraje el domingo o voy preparado?”. La respuesta fue contundente: “Si importantes directivos del club salen a hablar contra las pretensiones legítimas de los jueves es muy difícil”. Más claro, imposible, pero tengo que agregar que idéntica conversación se dio allá por febrero. Esta jugada llevó meses de preparación, el mismo tiempo que tuvimos para contrarrestarla pero no lo hicimos. Ese fue nuestro error: tener el diagnóstico pero no encontrar la cura.

Entonces recuerdo un discurso inocente de algunos de nuestros hinchas cada vez que desde Decano hablamos de arbitrajes: 

“Si jugás bien y metés huevo no hay arbitro que te saque la victoria. No importa que te roben.” Si nosotros los hinchas no vemos este problema que se repite año tras año, ¿cómo lo vamos a solucionar? No podemos decir que Nacional jugó mal, tampoco que no “metió”.

Por supuesto que Nacional ha cometido muchos errores y no sólo este con los árbitros. Sin ir muy lejos en el tiempo, el sábado a la tarde nuestro gerente deportivo estaba más ocupado en lo que pasaba en la Bombonera que en Los Céspedes. Todos estos errores y omisiones, se pagan, y se sufren.

Alejandro Luzardo




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