Por Recibimos y publicamos
16 Jun 2015
Cecilia

Tuve durante todo el partido entre mis manos sin guantes una cintita que dice “Soy Bolso” y que me dieron una vez, cuando antes de un clásico fui en busca de mi entrada y colaboré para “la fiesta”.

Ese clásico terminó siendo el del penal en la hora, aquel del Chino y de Gallardo, aquel que parece tan lejano y tan cercano a la vez.  Ya ven, hacía tres partidos que no escribía por distintas circunstancias y parecía que había pasado un tiempo enorme  porque el tiempo siempre es relativo.

Es tan relativo que en la caja donde encontré esta cinta cuando mi hija me pidió que le buscara una camiseta, encontré queridos tiempos guardados, recuerdos de partidos imborrables y minutos y trofeos invaluables, al menos para mí.

Este partido loco, que comenzó media hora después de las tres de la tarde del domingo  y terminó el lunes de noche en una mesa de la calle Guayabo, es tan largo como el tiempo que pasó desde aquel campeonato y  que sin embargo está tan presente como si aquel penal hubiera sido hace cinco minutos.

Todavía oficialmente no somos lo Campeones. Parece que hoy nos proclamarían y suena raro porque el domingo  cuando el juez señaló la mitad de la cancha y vi que los jugadores se abrazaban yo abracé mi bandera y miré al cielo oscuro que hace un rato estaba celeste, y entonces me sentí campeón. No porque me colgaran ninguna medalla o porque me dieran la Copa aunque no fuera la oficial. Me sentí campeón por haber estado una vez más ahí, soportando el viento  en la cara y el empate en la hora, apretando los puños en cada ataque y los dientes en cada pelota dividida. Me sentí campeón porque a Nacional lo hace grande su historia y su presente de campeón, las copas, las estadísticas, los números,  pero también lo hace grande la historia y  el  presente de su gente campeona. 

Como es campeón el señor sentado a mi lado con el niño abrigado en tres colores. Y mis hijas delante de mí que se abrazaron al final del partido y mi hermana y mi esposo. Y el muchacho que estaba a su lado, solamente abrigado  con la camiseta como si hubieran treinta grados porque el fuego seguramente lo llevaba en el corazón y en la garganta.

Por eso cuando el domingo los adversarios me dijeron que no me felicitaban porque no éramos técnicamente los campeones yo me les reí en la cara. Porque para ser campeón no se precisa solamente una medalla se precisa tener colgado en el pecho el amor que sentimos los que queremos a este Club Nacional de Football. Con lo bueno y lo malo, con la rabia y la alegría, con el viento en contra y la brisa a favor, con el orgullo por nuestra cantera que estuvo en este partido más latente que nunca y por nuestro Parque querido, con la autocrítica enmarcada en el aliento permanente y con el regocijo de saber que a pesar de todo, lo bueno y lo malo, ya existimos contando los minutos para que cuando empiece la nueva temporada la bandera esté preparada y la camiseta pronta. Esas, nuestras condecoraciones permanentes y sin fallos de por medio.

Para ser campeón se precisa solamente abrir una caja y acariciar el rojo azul y blanco de una cintita y el escudo en  un banderín añejo. Por eso no permito que me quiten la alegría, yo fui campeón el otro día, una vez más. Igual que ustedes.

¡Salud!

Cecilia810


Cecilia 810

Cecilia es la lectura más esperada después de cada partido. Un bálsamo en los momentos difíciles y un tónico para acompañar la euforia




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