Por Diego Ávalo
14 Oct 2020
Apertura2020

Nuevamente se perdió una final ante un cuadro en desarrollo y debería ser motivo para un cambio de timón urgente.

Poco para analizar. Generalmente intentamos analizar el partido desde lo táctico-estratégico, pero esta vez la verdad que de poco vale. Se perdió una final nuevamente ante un cuadro en desarrollo. En enero fue ante Liverpool, en esta ocasión ante Rentistas. Hace unos días tuvimos la oportunidad de salir campeones ganando el último partido del Torneo Apertura, y el equipo no tuvo ni el fútbol ni el espíritu para lograrlo. Este miércoles por la noche pasó algo similar. Se vio algo de repunte y la intención, pero errores groseros del técnico Gustavo Munúa tiraron abajo la leve mejoría mostrada. Increíblemente no se sustituyó a un jugador que tenía amarilla y que todos los hinchas sabíamos tenía grandes chances de ser expulsado. Luego de quedar con diez y un gol abajo dejó fundir el equipo hasta no tener ni una gota de energía sin realizar modificaciones. Incluso cuando transcurrían varios minutos del alargue y los jugadores rengueaban y no podían ni caminar, seguíamos con cuatro modificaciones disponibles sin ser utilizadas. ¡Insólito! ¡Increíble! Además de no mostrar rebeldía ni amor propio, nunca mostró un patrón de juego. Sin lograr romper líneas, sin triangulaciones, sin juego asociado. En defensa eran intenciones aisladas de jugadores tratando de recuperar sin coordinación, jugando retrasados en cancha y robando únicamente la pelota en la línea final. Nunca un robo en tres cuartos o media cancha para salir rápidos al ataque.

Cambio de timón. Desde hace aproximadamente once años pertenezco al sitio del hincha, y desde hace tres o cuatro años escribo los análisis de los partidos. Nunca, jamás, pedí un cambio de técnico. Me limité a analizar y vertir alguna opinión, apoyando incondicionalmente al equipo y a los cuerpos técnicos de turno. Pero esta va a ser la excepción. Gustavo Munúa logró lo que nunca pensé iba a pasar, que pidiera que hubiera un cambio de timón. Es que lo expresado en cancha y lo histórico de perder dos finales ante cuadros menores en pocos meses es insostenible. Además, se suman errores que parecen de principiantes en este deporte. Lo de esta ocasión fue inexplicable. Cambios que no se realizaron, otros tardíos. Un equipo sin identidad que no sabe atacar y que no sabe defender. Jugadores que permanentemente tenían oportunidades sin merecerlas y otros jugadores de jerarquía que han demostrado ser clase A como Seba Fernández, que terminan en el banco de suplentes. Futbolistas, que no tuvieron casi minutos en todo el año y en este partido fueron ingresados como salvadores como Agustín González. Falta de rebeldía para sacar partidos complicados adelante. Falta de juego asociado para atacar, y mucho más para defender. En fin, esto no da para más. Ojalá la directiva haga lo que tiene que hacer. Y si esto no sucede nos tendrá como siempre, apoyando e hinchando por los que se pongan la camiseta más laureada del fútbol uruguayo.

Hoy más que nunca, ¡Arriba Nacional carajo!


Diego Ávalo
 




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