Por Cecilia Ocretich
7 Jun 2020
opinión

“¿Ha entrado usted alguna vez a un estadio vacío? Haga la prueba. Párese en medio de la cancha y escuche. No hay nada más vacío que un estadio vacío. No hay nada “más mudo” que las gradas sin nadie”.

A propósito del regreso de la Bundesliga y de una foto que anduvo circulando en las redes sociales de “figuras de cartón” ocupando las butacas de los estadios, el periodista argentino Ariel Scher publicó en su Instagram un texto breve que planteaba lo siguiente:  “(...) en este tiempo de extrañezas pueden suceder todas las extrañezas, asumiendo que la pasión de los hinchas tiene algo de infinita y que la voracidad del negocio tiene todo de infinita, ¿es posible que el fútbol sea fútbol cuando la gente no es gente?

¿No será que hace ya bastante tiempo, más del que deberíamos, nos acostumbramos a “no ser gente”? ¿Que, casi sin darnos cuenta, fuimos dejando que todo lo que era humanamente valioso pasara a tener valor de mercado? 

La mercantilización de la vida ha ido permeando con su discurso todas las esferas sociales y desplazando los valores esenciales del deporte como juego para incorporar los suyos; los del lucro, los del rédito, los del “ganar a cualquier precio”. Ya no se admite el costado lúdico del fútbol, ganar ha dejado de ser lo más importante para convertirse en lo único importante. En la lógica del mercado está mal visto el placer de jugar, no es productivo, se recompensa el esfuerzo; la ética de la penuria, del sufrimiento. Los jugadores ya no entrenan, trabajan.

Es ese discurso el que machaca una y otra vez con la idea de que éxito es ganar y todo lo demás es fracaso, sólo ganar sirve, porque sólo ganar vende. Y el fútbol como objeto de consumo precisa de clientes, no de hinchas. Precisa de consumidores, no de gente. Si pudieran, cobrarían por cada grito de gol dentro de un estadio. Incluso puedo imaginar una tabla de precios del tipo “gol en la hora vale el doble”. 

El abrazo a un desconocido en el fervor de un gol que cambia la historia, la complicidad de una sonrisa mutua con el que está sentado al lado al festejar un gol de un jugador al que ese hincha pasó todo el partido insultando, los nervios del gurí que va al Estadio por primera vez, la creatividad del que grita alguna cosa ocurrente que luego todos comentan entre risas saliendo del Estadio, no cotizan en bolsa.

Hay una frase famosa de Marx y Engels que, creo, resume perfectamente lo que plantea Scher de “la gente que no es gente” y dice así:  “Si el hombre es formado por las circunstancias, entonces hay que formar las circunstancias humanamente”. Y al capitalismo, todo lo humano le es ajeno.

Cecilia Ocretich




SEGUINOS

Crear una cuenta



Ingrese a su cuenta